Nací en Barcelona, el año 1951 en plena dictadura franquista, aunque en el ambiente familiar se procuraba hablar muy poco del tema , seguramente por temer a las represalias del sistema dictatorial.
Por otro lado mis inclinaciones personales me llevaron a un ambiente parroquial y religioso, militando como cristiano católico entre actividades parroquiales diversas y estudios del Evangelio.
También estudié el bachillerato e n una escuela de hermanos d el Salle durante ocho años. Todo ello, junto a mi carácter idealista , soñador, perfeccionista y sensible , me hizo toma una actitud ante la vida muy inquieta y cuestionadora en todo lo acontecido y realizado, planeándome constantemente su sentido cristiano de la vida, en todo lo que hacía y vivía.
Cuando me llamaron al servicio militar, entré en profundas contradicciones por un lado, era algo normal , “ todo el mundo lo hacía” formaba parte de la historia social ambiental, y por otro lado, hacia años que estaba aprendiendo “teóricamente “ por la Iglesia Católica , a que el sentido de la vida era amar al prójimo y no matarlo por la patria.
Intenté hacer compatible mi aprendizaje de amar al prójimo con un servicio militar más humano y más digno, ahí tenía el ejemplo de los curas castrenses. Organicé festivales en el cuartel, ayuda a misa y cantaba con la guitarra, etc., etc., etc.,. Lo intenté , pero aquella mezcla de conceptos no acababa de ligar. Un día un amigo católico practicante también como yo, me confesó tristemente que él también intentó que el tiempo de mili fuese un paréntesis en su vida personal, prosiguiendo más tarde lo que hacía anteriormente, pero que después de haber transcurrido ese tiempo, comprendió amargamente , que no se puede hacer paréntesis, ni de tiempo y mucho menos de criterios en la vida , que la vida es algo continuo , fluido y conexionada globalmente. Ante tal reflexión basada en la experiencia entré en profunda meditación en mi conflicto interno de contradicciones y opté por aquella frase del Evangelio “ no podéis servir a dos señores a la vez....” y decidí servir a la voz de mi conciencia y presente mi dimisión como militar, cabo monitor de instrucción, después de 7 meses de mili.
Evidentemente no admitían la dimisión de la mili en aquel tiempo , y yo desconocía el concepto de objeción de conciencia , lo cual me llevó a pasar al penal de Cartagena de la marina, confundido en un principio como Testigo de Jehová, por no atinar en donde catalogarme, y más tarde dándome como “psicópata mental susceptible de remisión”, seguramente intentado evitar la afloración de un precedente nuevo en aquellos años , con peligro de expansión, tanto para el sistema militar como para el social, como dictadura de una misma calaña.
En el penal conocí a Jorge Agulló, segundo objetor en España en aquel año, y de Alcoy, Alicante, por el que tuve el primer contacto y conocimiento de la objeción de conciencia en España.
Fuimos compañeros y amigos, compartiendo dos años de condena por una sociedad que no admitía la objeción de conciencia al servicio militar español en 1971.
Nuestra inquietud juvenil e idealista seguía dentro del penal originando protestas y enfrentamientos con la autoridad injusta y avasalladora. Seguimos estudiando El evangelio, y trabajando la conciencia humana, creciendo y aprendiendo en una etapa muy peculiar y característica de nuestra vida, sin paréntesis , con continuidad y con esperanza en un mundo mejor. Salimos...., y eso es otra historia de la etapa de nuestras vidas como seres humanos como tantos los hay
REFLEXIONES 25 AÑOS DESPUÉS
Después de 29 años , casado 25, con tres hijos, 25 trabajando de pescador en la costa catalana, saliendo al mar regularmente veo la vida muy distinta. He cambiado mucho y he evolucionado mucho “ gracias a Dios”
Ya no creo en una iglesia católica única, ni en una cultura social única española, industrializada y de consumo. Creo en la libertad y el respeto al ser humano y a la Naturaleza, en la pluralidad , en la diversidad, y en que cada uno crea en lo que decida o en nada. Creo en las estrellas y en las nubes, en el agua y en el aire, en la tierra , en los árboles y plantas , en los animales y en el fuego, en la raza humana. Sobre todo en aquella parte de ésta que respeta y coexiste como un elemento integrador a ésta, por su comportamiento cotidiano, como los aborígenes de Australia, los tuaregs del desierto, las tribus del Africa, los esquimales de las nieves o los indios de América.
No creo en absoluto en las civilizaciones imperialistas, prepotentes y abanderadas en la verdad absoluta como tapadera de un egoísmo destructivo. No creo en un sociedad cuyo máximo valor es el ser por encima de todos y todo, por el poder que confiera la posesión y la propiedad de bienes materiales, basando en ese objetivo el sentido y finalidad de la vida, creando un ambiente de rivalidad humana y competitividad agresiva, no reparando en daños ni al ser humano ni a la Naturaleza, para poder alcanzar el triunfo comparativo sobre sus semejantes y la Naturaleza.
Creo en la amistad sincera y limpia , sin intereses personales, en el compartir como elemento educativo para el respeto a los demás y el entorno natural. Creo en la paciencia y en la misericordia, y que todo es válido porque todos estamos aprendiendo y evolucionando , partiendo de nuestra realidad inequívoca. Creo en el amor y no en el odio, creo en la humildad y no en la ambición egoísta y enfermiza
Creo en la belleza y no en la pobreza, ni material ni de espíritu que nos esclaviza en el engaño del poderoso, por una información y educación tendenciosa y calculada a ese fin de dependencia.
Creo en el buen hacer del hombre y de la vida. Creo en el Universo interrelacionado profundamente, desde su microcosmos hasta su macrocosmos, desde las moléculas invisibles para nuestros ojos humanos , hasta la infinita dimensión del espacio estelar, también invisible para nuestros ojos limitados, del que nosotros formamos parte, como una expresión más de éste, como otras tantas, y en el que debemos, en ese buen hacer, saber encontrar nuestro lugar, para poder existir armonizando en ese concierto inmenso de manifestación y de vida. Porque fuera de ese contexto no somos nada, sin una conciencia abierta a esa existencia Universal, y una presencia de respeto y armonía acorde a esa realidad inmutable por los siglos de los siglos, no somos nada.
Ser en el engaño de pobreza de espíritu por una riqueza material , es la autodestrucción por el sufrimiento profundo. Ser en la humildad y sencillez de la hoja de un árbol de un bosque de la Tierra, del Universo, nos orienta y guía a encontrar nuestro lugar como ser humano en la Tierra y en el Universo entero., como elemento componente de un todo inmenso, pero integrado por infinidad de elementos variados, y entre todos ellos nosotros, yo.
Integrados y armonizados en tanta grandeza nos hace ser grandes por saber aceptar nuestra sencilla , simple y humilde condición real, que no es otra.
Ser un ser humano es permitirnos comunicarnos con todo lo manifiesto, para poder saber situarnos en el lugar que nos corresponde en la vida.
El sentido de la vida es compartir con gratitud todo lo que la vida nos facilita para seguir existiendo,respetando la igualdad de derechos que todo tiene a existir como uno mismo.2020.
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